sábado, 13 de octubre de 2018

Utilidades del Índice de Barthel en Salud Mental


Una de las herramientas más utilizadas en la evaluación de todo tipo de pacientes es el Índice de Barthel. Todos los terapeutas ocupacionales lo conocen desde primer curso de carrera, y no solo los TO, sino cualquier profesional relacionado. También en salud mental. De hecho, el Índice de Barthel habitualmente aparece en la mayoría de informes previos de la historia clínica por parte no solo de TO, sino de psiquiatras, psicólogos, enfermeros, etc. El motivo de este artículo es valorar la utilidad en recursos de rehabilitación psicosocial.

El Índice de Barthel –también conocido como Índice de Discapacidad de Maryland- es una escala que puede ser utilizada como screening o cribado, esto es, una evaluación para tener una idea general de la autonomía de la persona en AVD básicas. El uso como herramienta de cribado probablemente ocurra en un dispositivo donde un TO trabaja en su propio departamento y el profesional pertinente deriva a un paciente. El TO debe decidir si lo acepta o no (número de plazas disponibles, perfil adecuado, etc) y para ello realiza una primera evaluación muy general. Si lo acepta, realizará una evaluación mucho más exhaustiva. En España puede ser el caso de un hospital de día. Puede servir como información del momento del ingreso para compararla al alta, aunque la escala suele describir dependencia a medio o largo plazo.

La escala  evalúa AVD básicas, muy relacionadas con la funcionalidad orgánica, es decir, es probable que una discapacidad fisiológica o mecánica provoque disfuncionalidad en alguna o algunas de las AVD indicadas, a saber: comer, aseo personal, vestirse, bañarse, continencia (orina y heces), uso de retrete, deambular, transferencias y subir y bajar escaleras. Una persona que sufre un ictus, parálisis cerebral, una lesión medular, una enfermedad degenerativa, una amputación, encamamiento, lesiones articulares, daño cerebral, síndrome geriátrico, cáncer o demencia  probablemente tendrá dificultades en alguna o varias de estas actividades y se pueden presentar cambios en las AVD básicas, ya sea temporal o permanentemente.

Respecto a la salud mental, en recursos como viviendas supervisadas, centro de día, CRIS, CRPS, hospital de día y otros recursos ambulatorios las puntuaciones en el índice de Barthel suelen ser altas, con casos de dependencia leve y menos de dependencia moderada o severa, sobre todo en casos más graves, personas mayores con enfermedad mental crónica o personas con otras patologías graves asociadas. Uno de los motivos es que estos dispositivos no necesariamente están preparados para atender a personas con discapacidades graves, que puedan necesitar atención permanente, cuidados especiales o asistencia (incluso puede ser un criterio para no aceptar la derivación). Precisamente por eso sí es una buena herramienta en recursos residenciales o de larga estancia.

Puede haber casos de personas con movilidad reducida que usen silla de ruedas, por ejemplo (y el propio Índice lo contempla: en caso de que la persona utilice silla de ruedas la puntuación máxima es 90). Es posible que entren en juego otros factores. Por ejemplo, sintomatología en un caso de una persona que sufre depresión mayor o trastorno psicótico muy grave pueden ocurrir situaciones de abandono personal que queden reflejadas en la escala. Otro ejemplo, efectos secundarios de la medicación pueden provocar episodios de incontinencia. Para considerar dependiente a una persona en cualquiera de los ítems del Índice es importante tener en cuenta si es una situación transitoria o permanente o de larga evolución.

Aun así siguen siendo circunstancias puntuales, pocas veces persistentes en el tiempo, y francamente, la mayoría de usuarios atendidos en recursos de rehabilitación psicosocial mantienen un nivel de autonomía básica funcional. En algunos de los dispositivos en que he trabajado –excepto residencia- nunca menos del 90%. Por ello es necesario usar además otras valoraciones, ya que el Índice de Barthel por sí solo no ofrecerá una información relevante salvo cambios drásticos. Existen algunas escalas complementarias –o sustitutas- como el Índice de Katz, en mi opinión una herramienta igual de válida que yo mismo he utilizado.

Recogida de información para el Índice de Barthel

La escala se puede realizar en unos pocos minutos con algo de información previa (en informes, historia clínica, entrevista con familiares o la propia persona evaluada) y mediante observación directa. Es poco probable que la persona, familiares, cuidadores, otros profesionales que lo hayan evaluado o tratado o ninguno de ellos sea capaz de responder con mínima seguridad. Suele haber pocas discrepancias en los puntajes, lo que responde a situaciones muy evidentes, y el sesgo en teoría debe ser pequeño. Por ejemplo, es relativamente sencillo determinar si una persona necesita ser alimentada por otra persona o si puede hacerlo por sí misma. Y del mismo modo en el resto de ítems, que pueden contestarse en general con respuestas cerradas, como: “¿Necesita usted ayuda –ya sea parcial o total- para asearse, sí o no?”

¿Qué es lo peor que puede ocurrir? Que la información de que se dispone sea incompleta, confusa, no exista, sea contradictoria o esté sesgada o falseada (si se oculta parte de información, por ejemplo) o que directamente haya que evaluar sin conocer a la persona (creedme, puede ocurrir que nos lo pidan, solamente basándonos en informes). Entonces no sabremos determinar con exactitud la autonomía de la persona en cada item.

En este caso hay dos posibles soluciones, una de ellas es determinar nula la prueba, como no evaluable. La otra solución es la siguiente –siempre que haya una respuesta controvertida-: en los ítems con tres respuestas, se marcará el valor medio (5 puntos), en los de dos respuestas 0 puntos y en los items de transferencia y deambulación, que presenta 4 opciones, evaluar a la baja (esta estrategia permite mejorar la puntuación en la posterior revisión, lo cual siempre es más favorable y permite un mejor ajuste de expectativas que puntuar al alza y corregir a la baja, aunque no es más que una estrategia, tal vez prudencial).

Suponiendo que no pudiésemos certificar con seguridad la puntuación en todos y cada uno de los ítems –lo cual en principio es difícil que ocurra-, la persona evaluada marcaría una puntuación final de 40, por debajo de la media y marcando dependencia severa. Es más probable que existan dudas entre los límites de independencia total y dependencia leve o entre dependencia leve y moderada. En cualquier caso, se procedería a una evaluación mucho más exhaustiva para confirmar dicho grado de dependencia.

Se puede volver a valorar si ha pasado mucho tiempo (es interesante determinar cada cuánto se debe pasar la prueba según cada caso) o si han ocurrido cambios relevantes, ya que es una prueba poco sensible a cambios rápidos o cuadros clínicos muy inestables. En cualquier caso, es indispensable conocer esta herramienta y sobre todo, saber interpretarla y complementarla a lo largo de la evolución del caso. Se puede incluir en el PIR y también se puede realizar para otros informes y seguimientos individuales.

Como siempre, espero que estas observaciones sean de utilidad.

Enlaces recomendados sobre este tema: 
  1. https://meiga.info/escalas/IndiceDeBarthel.pdf
  2. http://www.sld.cu/galerias/pdf/sitios/rehabilitacion-doc/indice_de_barthel.pdf
  3. https://studylib.es/doc/6342179/indice-de-barthel-o-de-discapacidad-de-maryland


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