miércoles, 13 de julio de 2011

Estrategias de intervención: Manejo de información

Esta entrada surge a raíz de compartir experiencias profesionales con otros compañeros TO que también trabajan en salud mental, por lo que espero que sea de utilidad para todo aquel que esté interesado en este ámbito, para que sepa lo que le espera :)

En esta profesión y dependiendo, claro está, del recurso en el que trabajemos, lo haremos manejando una determinada cantidad de información, desde nombres, fechas y datos clínicos hasta la multitud de trabajo que supongan las tareas que nos corresponde llevar a cabo. Podemos manejar una amplia gama de herramientas: informática, agendas o notas -miles de post-it, os lo aseguro :) -, e incluso manejamos información de memoria, oralmente. Y esto normalmente sucede de manera cotidiana, por lo que aprender a desenvolverse entre tantos datos se convierte en algo imprescindible. De lo contrario la información puede perderse, puede obviarse, puede reiterarse, puede ser defectuosa o excesiva, etc. y es evidente que la fluidez a la hora de trabajar en equipo facilita el dinamismo en el trabajo y especialmente la eficacia o efectividad, aunque también prime la eficiencia económica.

También es evidente que cada profesional asume una serie de tareas y responsabilidades, y que a cada cual le corresponde aquella para la cual está preparado, que en el caso de un terapeuta ocupacional puede incluir realizar evaluaciones, informes de seguimiento, redacciones de PIR, seguimiento de objetivos, atenciones domiciliarias, acompañamientos (importante tener vehículo propio), diseños de intervención, entrevistas, numerosos registros, atención familiar, diseño y realización de grupos y talleres, coordinación con los demás profesionales (monitores, psicólogos, trabajadores sociales, educadores sociales, técnicos de inserción laboral, coordinadores y directores, psiquiatras, enfermeros...) que además trabajan en diversos recursos de la red: CRPS, CD, pisos supervisados, equipos de apoyo, CSM, minirresidencias... Y además de todo esto (que requiere su tiempo y su trabajo) se habrá de mantener atento a otros cientos de detalles, ya que precisamente éste es un trabajo sujeto a multitud de variables que determinan el trabajo cotidiano. Por otra parte es fundamental mantenerse actualizado, como en todas las demás profesiones relacionadas con salud mental.

¿Cómo llevar todo esto? En primer lugar, se ha de tener interés en salud mental, junto con sus inherentes ganas de aprender. Imprescindible. Para mí es prioritario, y quienes quieran probar en este ámbito sepan que es exigente. Evitemos la mediocridad. En segundo lugar, organización. Imprescindible. Uso de herramientas para la gestión de información, propia y respecto a otros. La concentración no es suficiente, son necesarios los apoyos. Y en tercer lugar, rodaje, experiencia, trabajo y paciencia. Y, como en la vida, llevarlo -por favor- con filosofía, y con esto me refiero a reconocer las limitaciones y errores (sí, sí, todas esas meteduras de pata), ser humilde, tener la mente abierta, relativizar los problemas y saber separar (muy, muy importante) el trabajo de la vida privada, ya que a veces se presenta la tendencia a llevarse trabajo a casa (...cuidado con volverse neuróticos, jeje)

Buena suerte.

sábado, 9 de abril de 2011

Prescripción, consejo, INDICACIÓN.

Cuando estamos frente a una persona abordando problemáticas graves en su vida, y muchas veces bastante íntimas y personales, hemos de ser prudentes al elegir las palabras que vamos a utilizar y la manera de plantear los temas que tratamos. Es un ejercicio de empatía para prevenir una respuesta estándar a nuestra intervención, ya sea verbalmente o en la actitud, y es: "¿Quién eres tú para decirme lo que tengo que hacer?" o sus variantes: "Tú, chaval, más joven que yo, me dices lo que tengo que hacer", "Yo ya soy adulto y hago lo que quiero con mi vida", "Nadie me manda" o "¿por qué tengo que hacerte caso?", por ejemplo.

Ante esta situación se plantean dos reflexiones:
1- La primera, es que en cierto modo así es: qué estamos diciendo a esta persona y cómo lo estamos diciendo; ¿somos exhortativos?¿somos invasivos?¿estamos obviando al usuario?
2- La segunda: ¿cuál es el peso de nuestras palabras? ¿qué autoridad tenemos para decir lo que estamos diciendo a esta persona? ¿Haría yo lo mismo en su lugar? Probablemente.

Para abordar esta cuestión en primer lugar debemos reflexionar sobre nosotros mismos y pulir nuestra actitud y destreza en el trato personal, y en segundo lugar usar estrategias clínicas válidas, y para esto voy a hacer distinción de varios términos: prescripción, consejo e indicación.

Opino que las tres técnicas pueden utilizarse en terapia, pero para desactivar el desafío o duda del usuario podemos explicar el significado de cada una:

1- Prescripción: (diccionario: orden, mandato). Los médicos suelen prescribir, los líderes, las jerarquías o profesionales que poseen una solución exclusiva, también quienes asumen responsabilidades. Si prescribimos a un usuario no hay negociación posible: "has de hacer esto si quieres solucionar tu problema. Lo tomas o lo dejas". La responsabilidad recae en el usuario: el médico te receta (o prescribe) una medicina. Si tú no la quieres tomar es cosa tuya. El criterio del médico es unilateral. Puede utilizarse este abordaje en contratos terapéuticos, o en directrices muy concretas por parte de un director, coordinador, tutor, etc. pero opino que en el cara a cara, en cita, en terapia, es un abordaje invasivo, agresivo. Las reacciones más probables son o aceptación total (sumisión) o rechazo.

2- Consejo: ya se sabe que los consejos o se toman o se dejan, son gratuitos. (diccionario: opinión o parecer que se da o toma para hacer o no una cosa). Damos consejos constantemente a compañeros, familia y amigos...pero no a pacientes. Creo que en intervención clínica debemos evitar dar consejos, especialmente en el abordaje de tratamientos. Claro que podemos dar consejos, pero siempre de forma subjetiva sobre temas triviales, como parte del vínculo o relación terapeuta-usuario. Y cuando nos pidan opinión sobre un tema relevante, aclarar que es precisamente eso: una opinión, no una indicación.

3- Indicación (o indicación terapéutica): precisamente este es el término más propio para abordar la terapia en general (diccionario: comunicación o explicación mediante indicios y señales || recomendación hecha por un terapeuta para seguir un tratamiento). La indicación no es una orden: el usuario tiene capacidad de elección sobre cómo desea o puede integrar o participar del tratamiento, por eso no es prescripción, pero tampoco es un consejo; el consejo es subjetivo, gratuito, pero la indicación no: está basada en datos objetivos, es un planteamiento razonable fruto de una exploración rigurosa. Un consejo no necesita explicaciones, pero una indicación sí, y creo además que debemos siempre explicarlo, tanto a los profesionales del equipo (en la elaboración de un PIR, por ejemplo, en la planificación de una intervención, etc) como a usuarios: "dadas las circunstancias y abordado el problema podemos plantear esta intervención, y te voy a explicar por qué, en qué consiste, por qué puede funcionar, en qué se basa, etc." Probablemente es la mejor forma de dar sentido a una intervención. Yo no tengo que convencer a un paciente de nada, él no tiene que demostrarme nada: yo le presto un servicio y debo justificar mi intervención con rigor, él se convencerá solo y de esta forma podrá implicarse en un tratamiento o rechazarlo. El uso y la aclaración sobre una indicación favorece guiar la intervención a través de la objetividad y el sentido común.

Dejémoslo aquí por hoy. Y seamos honestos y humildes: son virtudes indicadoras de fortaleza, no de debilidad.

lunes, 28 de febrero de 2011

Curso Evaluaciones y Supervisión de casos en Salud Mental y Exclusión Social

Los pasados días 21,22 y 23 de febrero he asistido a un curso organizado por APETO en Madrid, "Evaluaciones y Supervisión de casos en Salud Mental y Exclusión Social", impartido por la TO Mariel Pellegrini, y quisiera hacer una breve reflexión a modo de conclusión.

Me quedo con el deseo expresado al inicio del curso: "Los TO debemos tener una práctica clínica menos intuitiva y más científica", con el cual estoy de acuerdo, pues yo soy el primero que muchas veces he tomado decisiones, basadas en mi ojo clínico, para las cuales necesitaba un apoyo más sólido.

Algunas de nuestras tareas profesionales son: evaluación de pacientes y uso de herramientas para la misma, elaboración de informes, planteamiento de objetivos, seguimiento de usuarios, elaboración de programas, etc. Estas tareas requieren de una destreza clara a la hora de realizarlas, porque aparte de los modelos existentes en nuestros lugares de trabajo (que podemos usar eficazmente, ampliar, optimizar o quizá incluso modificar) necesitamos un criterio muy claro para la práctica clínica, el ejercicio de TO, el uso de la ocupación. Y ahí es donde seguramente en muchas ocasiones nos mostramos algo desorientados o conformistas, lo que nos hace actuar de manera intuitiva, y a veces rápida o superficial.

Cuando acudimos a un profesional (el que sea), esperamos de él que sepa hacer eficazmente su trabajo y que domine la materia a tratar, confiamos en su seguridad a la hora de trabajar. Yo no sé si el dentista que me atiende ha hecho cientos de empastes o es el primero que hace, pero confío en que hará un buen trabajo. De la misma manera las personas con quienes trabajemos (pacientes, compañeros de trabajo o familiares) sabrán que somos unos profesionales eficientes y seguros de lo que hacemos.

Y en esto ha consistido básicamente el curso, al menos para mí: en aportar criterios sólidos a la hora de evaluar, plantear objetivos, programar, etc. que nos sirvan de guía y refuerzo en la pratica de TO. El rigor en nuestra profesión es muy necesario.

Gracias Mariel y a tod@s l@s demás. Saludos!

lunes, 31 de enero de 2011

Manejo de la contratransferencia (II)

Seguramente al terminar este artículo sabréis a qué me refiero, porque lo identificaréis en compañeros de trabajo y en vosotros mismos. Yo personalmente creo que conocer de forma general esta realidad y trabajarla de forma personal (y si puede ser en equipo) puede aportarnos una herramienta potentísima para trabajar la relación terapeuta- paciente, lo cual optimizará nuestra intervención profesional y la calidad de los tratamientos.


¿Qué es qué se entiende por contratransferencia?

Se entiende como la “Respuesta emocional consciente o inconsciente del terapeuta al paciente; está determinada por las necesidades internas del terapeuta, mas que por las necesidades del paciente, y puede reforzar la historia traumática del paciente si el terapeuta no pone atención” Ver enlaces: [1], [2], [3].


Cuando las acciones de una persona, en este caso, un usuario, nos provocan una determinada emoción, o una serie de pensamientos y nos provocan una determinada actitud hacia él normalmente se lo atribuimos a esa persona: “Soy severo con él y me irrito porque él nunca me hace caso”. Es éste un buen momento para que, como profesional, nos planteemos: “¿qué me pasa a mí para reaccionar de esta manera? ¿Quizá soy impaciente? ¿Por qué me frustro con esta persona? ¿Acaso no he acertado con el tratamiento? ¿Hay alguna circunstancia mía personal que me afecte en el trabajo y en concreto con esta persona? ¿Tiene algo o hace algo esta persona que asocio a alguna situación dolorosa y por eso me irrita? Etcétera…”


Normalmente no damos demasiada importancia, o bien obviamos esta circunstancia o realidad clínica, pero la verdad es que nos afecta siempre, incluso a los profesionales más experimentados.


Ejemplos: un paciente me irrita, me doy cuenta de que sobreprotejo a un paciente, me estoy enamorando de un paciente, un paciente me da lástima y me produce condescendencia, me frustra el trabajo con este paciente… el trabajo consiste en admitir estas realidades, tratar de buscar las razones de por qué ocurre y poner un remedio, que consiste en poner los límites en la relación terapéutica o tomar las medidas necesarias para que tal circunstancia no perjudique a ninguna de las partes. Una sana práctica entre profesionales es la derivación, si esta es posible. Conozco casos de psiquiatras y/u otros profesionales que se han derivado usuarios o pacientes porque ocurrían circunstancias tan humanas como las anteriormente citadas: “No puedo más con este paciente, me irrita y me encuentro desorientado, no sé si podré ayudarle”. En último caso puedo derivarlo a otro compañero o pedir un apoyo profesional, cosa que en ningún caso denota incompetencia. Todo lo contrario: probablemente como última opción es siempre mejor derivar un usuario que abandonarlo o perjudicarlo. Además, absolutamente todos experimentamos estas contratransferencias: es imposible no generar ninguna emoción o pensamiento ante otra persona. La experiencia es lo que nos dará criterio para manejarlo, pero en ningún caso nadie podrá decir que las relaciones personales no le afectan lo más mínimo, aunque sean terapeuta-paciente. Además, absolutamente todos hemos conocido casos de difícil manejo, por lo que tratar este asunto entre todos puede facilitar la intervención del equipo.


Aunque parece difícil y desgraciadamente no todos los trabajos disponen de unas condiciones que lo permitan, yo personalmente he tenido la suerte de poder trabajar así en equipo, y a medida que pasa el tiempo y tengo más experiencias profesionales me doy más cuenta de la importancia de este asunto y la eficacia que puede proporcionar, así que animo a quienes lo leáis que al menos lo mencionéis, lo reviséis de forma periódica, lo habléis con los compañeros o, al menos, lo tengáis presente, ya que probablemente os beneficiará.