En el caso de enfermedades
degenerativas, como demencias, probablemente la evolución del funcionamiento
psicosocial a lo largo del tiempo puede mostrarse de la siguiente forma:
Con cada recaída es posible una
intervención para recuperar (tratamiento farmacológico, ingreso hospitalario,
estabilización de síntomas) pero a lo largo del tiempo será imposible recuperar
ciertas capacidades perdidas, lo cual afecta al nivel de funcionamiento global.
En el caso de demencias o afecciones en las que existe destrucción celular (ya
sea neurológica o de otro tipo) no se puede recuperar. El abordaje consiste en
un mantenimiento de las capacidades conservadas, adaptación del entorno y medidas compensatorias.
En el caso de enfermedad mental crónica
(más o menos grave) no necesariamente la evolución ha de ser así. Es posible
que con una firma adhesión al proceso de recuperación y al tratamiento se pueda
conseguir una estabilidad a lo largo del tiempo. Tras una crisis, que puede ser
más o menos fuerte, es posible recuperar niveles previos de funcionamiento e
incluso entrenar y mejorar otras capacidades. En este caso el abordaje incluye
objetivos de mantenimiento pero también de recuperación.
Esta visualización de la
evolución de la enfermedad puede dar pistas al equipo multidisciplinar para
diseñar un programa individualizado de recuperación y adecuar los objetivos y
las estrategias a seguir. Para ello será clave el conocimiento de la evolución
clínica desde el comienzo de la enfermedad.
Existen numerosas herramientas para
determinar el nivel de funcionamiento psicosocial.
La esquizofrenia es posiblemente
la enfermedad mental más grave y con mayor impacto en la vida de las personas
que la padecen. Es habitual distinguir claramente una antes y un después en el
funcionamiento psicosocial tras el inicio y diagnóstico de la enfermedad. Aun
así, siempre hay esperanzas de que una recuperación sea posible.
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