En nuestro caso, el centro permanece cerrado durante 20 días el mes de agosto, aunque la asociación continúa en marcha, pero muchos de los usuarios cesan su asistencia durante estas semanas. Son vacaciones y todo el personal toma un merecido descanso, pero no siempre es así para usuarios y/o familiares. En periodos vacacionales cortos no suele haber mayor problema (fines de semana, puentes o vacaciones de una semana) pero en periodos largos como este, sí.
Cabe pensar que unas vacaciones siempre sientan bien, pero la distribución del tiempo, oportunidades y condiciones no son iguales para todos. En el caso de nuestros usuarios, personas con enfermedad mental, las vacaciones pueden hacerse muy largas y generar poca satisfacción.
La prueba de ello es que el primer día de vuelta, muchos de ellos asisten puntualmente y verbalizan que tenían ganas de volver o que no lo han pasado demasiado bien. Motivos:
- Han pasado demasiado tiempo solos.
- Han tenido demasiado tiempo libre (no disfrutado: aburrimiento)
- Estrés y/o sobrecarga familiar: poco respiro para cuidadores, conflictos, etc.
- Cambios drásticos de rutina durante muchos días, que provocan alteración de horarios de sueño, comida e incluso tomas de medicación, lo cual conlleva a una falta de descanso importante.
- Aislamiento: escaso o nulo contacto social con otras personas. Algunos apenas han salido de casa en 20 días.
- Sedentarismo: tendencia a relacionar las vacaciones con no hacer nada: nivel de actividad muy bajo. Muchas horas durmiendo o tumbados. Aumento del consumo de tabaco.
- Falta de organización del tiempo, tanto para actividades de ocio como para tareas domésticas.
Durante el periodo de vacaciones de verano también es habitual conocer que algunos usuarios han tenido descompensaciones y han sufrido un empeoramiento de la sintomatología e incluso ingresos hospitalarios. Factores como los anteriormente descritos y otros como el calor excesivo, deshidratación y baja o nula supervisión pueden ser desencadenantes.
Por todo ello es conveniente preparar con antelación las vacaciones de verano, desde programas específicos o mediante intervenciones individuales:
- Contacto con la familia: asegurarse que el usuario va a estar atendido, que tiene resuelto el problema de las comidas y la medicación.
- Comprobar citas médicas de psiquiatra u otros especialistas (en ocasiones se pueden adelantar para evitar olvidos de cita o de inyectable, por ejemplo)
- Realizar planes generales de actividad o gestión del tiempo.
- Vincular a programas de ocio que ofrece la propia asociación u otras entidades.
- Prevenir situaciones de riesgo anteriormente descritas.
- Otras medidas que el equipo o familia consideren oportunas (organizar acompañamientos y cuidados, supervisar gestión económica, establecer sistemas de contacto si necesitan ayuda, etc)
Es probable que habitualmente esta circunstancia pase desapercibida en muchos de los usuarios, sobre todo aquellos más discretos, pero no por ello deja de ser un tema importante. Priorizamos siempre la prevención en aquellos usuarios que viven solos o que se encuentran en mayor riesgo de exclusión social o presentan mayor vulnerabilidad. Dejar atados estos cabos antes de periodos vacacionales largos (verano hasta 20 días, Semana Santa entre 7 y 14 días o Navidad hasta 15 días) en los que se pierde el contacto permanente puede mejorar drásticamente la calidad de vida de los usuarios.
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