miércoles, 20 de mayo de 2009

Concierto para instrumentos desafinados

He aquí un pequeño extracto de un libro que he leído recientemente, Concierto para instrumentos desafinados, una pequeña joya, un regalo del psiquiatra Juan Antonio Vallejo-Nágera, escrito en 1979, y que recoge una idea, sin saberlo, de lo que más tarde será el germen de la actual Terapia Ocupacional:


Las mejores intenciones provocan consecuencias impensadas. En aquel ambiente de penuria no se podía soñar con que nos proporcionasen un taller para “terapéutica de ocupación”; para tener a los enfermos trabajando y adiestrándose, recuperando funciones en vez de embotarlas dando vueltas en la inactividad de los patios, jardines y salas de estar. Denegadas las peticiones de material, herramientas, monitores y dinero, un psiquiatra entusiasta e ingenioso, Ildefonso López Caño, imaginó un sistema para montar el trabajo colectivo de los enfermos sin ninguno de estos elementos. Un ejemplo más de cómo la falta de material se suple con celo.” [El trabajo consistía en elaborar bolsas de papel para empaquetar para una empresa:] “Los pacientes hacían las bolsas y cobraban en relación con el trabajo terminado. Una miseria, pero cobraban. Algunos por primera vez en su vida. La mayoría tenía dinero tras muchos años de no verlo. Pronto nos dimos cuenta los médicos de que ahora poseían una cosa aún más importante que el dinero: tenían TRABAJO.

Fue impresionante el cambio provocado en el hospital, en la vida y en la actitud de aquellos psicóticos crónicos por la introducción de este nuevo factor: el trabajo. Aun de forma tan rudimentaria y mal remunerada, dignificó a los pacientes (…) El beneficio para la salud y el clima humano colectivo de esta rudimentaria terapéutica de ocupación, fue tan importante como el logrado con los nuevos medicamentos.


El libro completo AQUÍ

martes, 5 de mayo de 2009

Rehabilitación Cognitiva

Desde hace algo más de un año dirijo un taller de rehabilitación cognitiva. En principio, el trabajo estaba pensado para potenciar las mermadas capacidades cognitivas (memoria, atención, percepción, cálculo, orientación, lenguaje...) a causa de la enfermedad u otros factores como la medicación o estilos de vida desadaptativos, asimismo como consecuencia de la enfermedad.

El trabajo era bastante bueno, y lo sigue siendo, pero sentía que en el fondo soy Terapeuta Ocupacional, y la incidencia se producía puramente en estas funciones mentales superiores, pero, ¿la incidencia sobre la ocupación? Hallé la respuesta en seguida: orientar los objetivos a las AIVD, es decir, la Actividades Instrumentales de la Vida Diaria, que en resumen son todas aquellas que implican una interacción con el entorno, utilizando para ello herramientas más o menos complejas. Esta interacción consiste en el uso de los medios de comunicación y transporte, realización de compras, manejo del dinero y cualquier otra gestión cotidiana, más o menos compleja.

Estructuré entonces el taller en tres grados diferentes de tarea:

1- Entrenamiento cognitivo: ejercicios puramente cognitivos, es decir, actividades con un fin en sí mismas: operaciones matemáticas, fichas de trabajo, trabajo mecánico. (Ejemplo: vamos a hallar tantos por ciento, vamos a hacer multiplicaciones de una y dos cifras)

2- Actividades con un fin último, es decir, orientadas a las AIVD, con ejemplos de realidades cotidianas. (Ejemplo: ahora que hemos practicado cómo hallar porcentajes vamos a elaborar una lista de la compra real y calcular qué descuento nos va a hacer la tienda con la oferta que nos presenta).

3- Teoría. Base teórica que apoya la realización de estos ejercicios.

Esta forma de trabajar aumenta significativamente el autoestima de los usuarios, ya que se motivan al observar por sí mismos cómo los ejercicios que realizamos en el taller poseen un significado muy concreto en sus vidas cotidianas, y no son simples ejercicios que les agotan o aburren. En definitiva, se trata de dotarles de un entrenamiento en todas estas capacidades y de herramientas prácticas y útiles para su desempeño.